Soneto de Luis de Ulloa y Pereira (preceptor de don Juan José de Austria, hijo de Felipe IV y la Calderona), a la muerte de la primera mujer de Felipe IV, Isabel de Borbón en 1644
A la muerte de la Reina Nuestra Señora en el túmulo de las honras que le hizo el señor Conde de Olivares en Toro
Estas lenguas de luces, que predican,
(aún mas que alumbran) tu caduca suerte,
no son obsequias fúnebres de muerte,
aunque a funesta pompa se dedican.
La fe, que misteriosa significan,
más eficaz, que la razón advierte,
en que infalible vida se convierte
el fin que las virtudes justifican.
Con himnos, pues, devoto pasajero,
reverente al ejemplo que recibes.
No llores lo que al Solio verdadero,
(coronada mejor) pasó segura,
llórate a ti, que en el peligro vives.
Se encuentran en este texto elementos "espectaculares" tales como los miles de velas ("lenguas de luces") alumbrando el crucero de la iglesia (¿los jerónimos?) y los himnos que se cantaban (¿los monjes jerónimos?), pero para que el espectáculo cobre toda su fuerza es necesario el espectador, en forma de "devoto pasajero" que "venera la gloriosa sepultura", pasando incansablemente, un "devoto" tras otro, ante el féretro, en solemne procesión. Ya sea en el siglo XVII ante Isabel de Borbón o en el XXI ante Rocío Jurado.
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